Olga está muy enamorada de un imposible y sabe que no puede quedarse de brazos cruzados si es que quiere que él la ame con la misma locura que ella lo ama, sin embargo, el asunto no es nada fácil y es que se trata de Rosendo, el párroco de la iglesia de su barrio.
Olga ya sembró la semilla de la tentación y se encargará día a día de regarla para que tarde o temprano rinda sus frutos, pues Rosendo tiene que ser suyo sea cómo sea…