Cristine era temida por todas las brujas, no solo por su inapreciable amistad con su sacerdotisa y su hermana gemela, sino por sus poderes, que la hacían distinta a cualquier otra. Desde muy pequeña supo cómo sería su futuro impartiendo justicia entre las suyas a través de medio mundo. Y precisamente en uno de sus viajes conocería al hombre predestinado para ella desde su nacimiento. Puede que no fuera el adecuado, pero era suyo y se enfrentaría a quien fuera por mantenerle a su lado. Incluso retaría a su reina si era necesario.