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Resumen de “La gran cadena del ser”
El concepto de la “Gran Cadena del Ser” es un principio filosófico que intenta explicar la estructura del universo mediante un sistema jerárquico que ordena todo lo existente. En su libro “La gran cadena del ser”, Arthur Oncken Lovejoy se aboca a una exhaustiva historia de esta conceptualización, abarcando su evolución desde la antigüedad clásica hasta el siglo XIX. Este esquema jerárquico sitúa a diferentes formas de vida y entidades en una suerte de escalafón divinamente preestablecido, donde los seres menos “perfectos” se encuentran en la base, subiendo de complejidad y perfección hasta llegar a los seres celestiales y a la divinidad.
Lovejoy estudia cómo filósofos, científicos, teólogos y poetas han contribuido a la concepción de dicho esquema a lo largo de la historia. Analiza la idea de totalidad y continuidad, donde todo tiene su lugar predeterminado sin excepción alguna. Esta cadena metafórica puede verse de dos maneras: ascendente, de lo más simple a lo más complejo, o descendente, de la divinidad a las formas más primitivas de la vida. En su exploración, Lovejoy identifica dos variantes principales de esta idea, manteniéndose esta dicotomía a lo largo de los siglos.
El autor traza un camino a través de pensadores representativos en diferentes épocas, mostrando cómo esta noción permea casi todos los aspectos de la cultura occidental. Desde los diálogos de Platón hasta la filosofía de Schelling, la “Gran Cadena del Ser” actúa como una constante filosófica y ontológica en el desarrollo del pensamiento humano.
Sinopsis de “La gran cadena del ser”
El libro se inicia con una exploración hacia los pensadores de la antigua Grecia y cómo estos primeros filósofos establecieron los fundamentos de la “Gran Cadena del Ser”. Lovejoy examina el origen de ciertas ideas sobre la perfección y la jerarquía de los seres, el papel del Creador y la posición del hombre dentro de este cosmos estructurado. Subyacente a todo esto reside la premisa de que el universo tiene un orden racional y que todo cuanto existe es parte de un plan divino y necesario.
Continuando su recorrido histórico, Lovejoy se adentra en el medioevo, donde la filosofía cristiana se encuentra en estrecha relación con la cadena del ser, adaptándola a sus doctrinas espirituales. El Renacimiento y la Ilustración también se estudian; esta última como un periodo de significativas transformaciones en la percepción de la naturaleza y del hombre. Lovejoy señala cómo el Romanticismo, por su parte, otorga un nuevo sentido y valoración a la cadena del ser, incidiendo en las emociones y en una concepción más orgánica del universo.
A medida que el pensamiento científico avanza y se perfeccionan los medios de investigación, la mente humana experimenta lo que Lovejoy considera una maduración que no se debe confundir necesariamente con el progreso científico. Esta maduración es más bien filosófica, y se refleja en la forma en que la humanidad gradualmente abandona la noción de un mundo regido por la necesidad y una jerarquía fija e inmutable. Lovejoy atribuye la desaparición progresiva de la “Gran Cadena del Ser” a este distanciamiento de las verdades eternas y necesarias establecidas por la filosofía y la teología tradicionales.
Opinión personal sobre “La gran cadena del ser”
“La gran cadena del ser” de Arthur Oncken Lovejoy es una obra fundamental para entender las corrientes de pensamiento occidental en relación a la cosmovisión jerárquica del mundo. Lovejoy realiza una labor meticulosa al reconstruir la historia y evolución del concepto que ha sido crucial en el desarrollo de la filosofía, la ciencia y la teología a lo largo de los siglos. Aunque la idea de una jerarquía natural puede parecer obsoleta para el lector contemporáneo, es imposible negar el impacto que tuvo en la configuración de nuestras concepciones actuales sobre la vida y el universo.
Este libro destaca por su rica erudición y por plasmar con fidelidad la complejidad de las ideologías y hipótesis filosóficas que se entrecruzan y evolucionan con el paso del tiempo. Puede resultar, sin embargo, algo denso para quienes no están acostumbrados a la jerga filosófica o no tienen un gran interés en la historia del pensamiento. No obstante, la importancia de esta obra yace en su capacidad para proporcionar una comprensión profunda del desarrollo intelectual humano y de cómo las ideas abstractas influyen en las realidades concretas.
Aunque la obra podría parecer alejada de la inmediatez de la ciencia actual y de los enfoques contemporáneos que enfatizan la contingencia y la evolución sin un propósito teleológico específico, proporciona una base histórica indispensable para comprender los cambios en la percepción del mundo natural y de nuestra posición dentro de él. El reconocimiento que Lovejoy insta a tener respecto a estos temas es crucial, no solo para estudiosos de la historia o la filosofía sino para cualquier persona interesada en la búsqueda intelectual y en las raíces de nuestras cosmologías modernas.
En conclusión, “La gran cadena del ser” propone un recorrido por la trayectoria de una idea que ha marcado profundamente el pensamiento occidental y que refleja la tendencia humana a buscar un sentido de orden y propósito en la existencia. A pesar de su especificidad y complejidad, la obra de Lovejoy es una pieza clave para aquellos que anhelan comprender las dimensiones más profundas de la cultura occidental y su evolución. Con este libro, Lovejoy no solo investiga un capítulo fascinante de la historia de las ideas sino que ofrece una reflexión sobre la capacidad humana de teorizar y buscar patrones en la inmensidad del cosmos.