Descargar Wilcock – Adolfo Bioy Casares

Género:  

Formatos: PDF, EPUB, MOBI

“Wilcock” es un volumen dedicado a la figura y la amistad de Juan Rodolfo Wilcock, a partir de las notas, diarios y papeles de Adolfo Bioy Casares, reunidos y ordenados por Daniel Martino. El libro retrata un vínculo intelectual y... Leer más

“Wilcock” es un volumen dedicado a la figura y la amistad de Juan Rodolfo Wilcock, a partir de las notas, diarios y papeles de Adolfo Bioy Casares, reunidos y ordenados por Daniel Martino. El libro retrata un vínculo intelectual y humano que atraviesa las décadas centrales del siglo XX, desde el círculo de la revista Sur hasta la integración europea del escritor argentino en Roma. En la conversación pública sobre la circulación de libros, suele aparecer el deseo de descargar libro Wilcock en epub, pdf o mobi o de leer online Wilcock; más allá de esos gestos de búsqueda, lo que importa en estas páginas es la experiencia de lectura y la memoria de una amistad literaria cuyo alcance ilumina un tramo fundamental de la literatura argentina y europea.

Resumen de Wilcock

El resumen completo de Wilcock puede entenderse como el itinerario de una relación que comenzó con reservas y terminó en una confianza fraterna. El libro se arma con la materia viva del diario y de papeles privados: cartas inéditas, notas de conversación, escenas de viajes, temporadas compartidas y la crónica de una época. Aunque no se trata de una novela, la lectura avanza con la tensión y el ritmo de una historia: hay comienzos, inflexiones, conflictos y hallazgos que modelan el retrato de Wilcock y, por extensión, un mapa de las afinidades y tensiones del ambiente literario. En estas páginas, el lector observa al joven poeta celebrado por su lirismo neorromántico, al traductor riguroso, al crítico feroz y al escritor que, ya en Roma, elige la lengua italiana como territorio de su obra. A medida que se compone la figura de Wilcock, el libro ensancha también el retrato de Bioy Casares y de su entorno: las conversaciones con Silvina Ocampo, las amistades con las que se cruza el grupo de Sur, y la trama cosmopolita que teje un puente entre Buenos Aires y Europa. La historia es igualmente una reflexión sobre el gusto, la ironía y la independencia estética, valores que se vuelven palpables en los juicios, chispazos y escenas que pueblan las páginas. El formato testimonial permite captar la espontaneidad de la voz: una frase que Wilcock deja caer en una sobremesa, una ocurrencia de Bioy en una caminata, una anécdota mínima que revela más que un tratado. Ese carácter de proximidad convierte la lectura en un recorrido íntimo y al mismo tiempo panorámico: íntimo porque seguimos el hilo de una amistad; panorámico porque, como en un fresco, comparecen figuras mayores de la cultura y se traza un contexto amplio de estilos, polémicas y consagraciones. Para quien busque el libro en formato epub y pdf, la estructura de entradas y fragmentos se presta a pausas y reanudaciones, a subrayados y relecturas que multiplican las conexiones. Wilcock no se limita a fijar una imagen; deja vibrar las distintas caras de su protagonista: el humor, la distancia, la sensibilidad extrema, la severidad crítica, la disciplina de la traducción y el salto hacia otro idioma que define su etapa romana. El resultado es un retrato móvil y, al mismo tiempo, un documento de época que incorpora la perspectiva de Bioy, la mediación editorial y la memoria de un mundo literario en transformación.

Sinopsis de Wilcock

La sinopsis oficial de Wilcock enfatiza la singularidad de un escritor cuya biografía y obra rehúyen los compartimentos. El texto sitúa a Wilcock como una presencia temprana y deslumbrante en el ámbito de Sur, querido por Bioy Casares y Silvina Ocampo, con quienes compartió veladas, discusiones y temporadas de trabajo y ocio. Subraya también su mudanza a Roma y su consolidación como autor en lengua italiana, en diálogo estrecho con el panorama cultural europeo. Desde esa trama, el volumen se presenta como una pieza complementaria de un proyecto que Bioy deseó pero no llegó a confeccionar por completo, y que hoy se ofrece gracias al orden que Daniel Martino dio a diarios y documentos. El argumento de la novela Wilcock —si se permite la metáfora para un libro que no es de ficción— se organiza en una secuencia de escenas y conversaciones: del primer contacto algo crispado, en el que la inteligencia fulgurante de Wilcock impone respeto, al progresivo acercamiento que decanta en una amistad franca y lúcida. En el camino aparecen nombres y lugares que calibran la escala del recorrido: la mención de Alberto Moravia y Pier Paolo Pasolini como polos de admiración y temor en el círculo romano; el recuerdo de veranos marplatenses y viajes europeos; la relectura de poemas y traducciones que, antes del exilio voluntario, ya habían delineado la sensibilidad del poeta; la comparación con otras figuras cercanas, como Silvina Ocampo y, en un segundo plano, Jorge Luis Borges. En consonancia con el extraordinario volumen Borges, donde Bioy condensó décadas de trato con su amigo y maestro, Wilcock despliega una crónica de proximidad intelectual: un laboratorio de juicios estéticos, de pruebas de estilo, de tanteos y certezas. No hay aquí una cronología rígida; más bien un tejido de momentos que, puestos en relación, ofrecen una imagen rica y matizada: el Wilcock traduciendo y puliendo, el Wilcock que afila una crítica implacable, el Wilcock que aparece en las anotaciones con una frase casual que de pronto ilumina la escena literaria de su tiempo. En esa composición reside el corazón de la sinopsis: el libro es el espejo de un vínculo, y a la vez un mapa de lecturas, afinidades y desafectos que describen una generación.

Opinión personal sobre Wilcock

Como reseña de Wilcock, conviene empezar por su doble naturaleza: es, a la vez, un retrato y una conversación continua. Esta cualidad lo acerca a una tradición de libros que convierten la amistad en género literario: diarios, memorias, crónicas que, lejos de la hagiografía, aceptan la aspereza, la risa y el desacuerdo. En ese linaje, el volumen dialoga con el ya mencionado Borges y, por extensión, con otras piezas del archivo Bioy-Ocampo, donde la observación sostenida y la agudeza intelectual se vuelven formas de conocimiento. La opinión literaria que emerge de estas páginas no es una sentencia cerrada, sino una constelación de juicios en movimiento: se oyen las reservas y entusiasmos de los protagonistas, las modulaciones del gusto, e incluso la sombra del malentendido cuando la sensibilidad propia no coincide con la ajena. Esa complejidad hace que Wilcock funcione como una crítica del libro en el sentido más amplio: no solo se expone una figura, también se ensaya una práctica de lectura. El retrato de Wilcock se beneficia, además, de la distancia de sus etapas. El período argentino, con su precoz consagración y su etiqueta de “Shelley argentino” por el lirismo neorromántico, deja ver la fragilidad y el coraje de un joven poeta que elige caminos exigentes: la precisión del verso, la traducción como disciplina, la crítica como forma de defensa y ataque. El período romano, en cambio, exhibe la metamorfosis: el salto lingüístico al italiano, la inserción en un circuito donde los nombres de Moravia y Pasolini marcan la temperatura estética del momento. El libro registra estos desplazamientos con un pulso atento, sin teatralidades. Por eso, su fuerza no reside en un único hallazgo, sino en la suma de microescenas que, como teselas, completan un mosaico. Comparado con otras obras del género, Wilcock evita la tentación del retrato unidimensional. Si lo ponemos en diálogo con crónicas biográficas más ortodoxas, se advierte que aquí la verdad se construye por acumulación de detalles más que por tesis. Y si lo comparamos con novelas que prefieren ficcionalizar biografías, o con memorias demasiado pulidas, se aprecia el grano de realidad que conserva el diario: frases cortas, gestos mínimos, silencios. El resultado favorece una lectura que no se agota en la primera visita; al contrario, invita a volver sobre ciertas entradas, a juntar pistas, a dejar que un comentario se refleje en otro, a medir el arco de la amistad desde una distancia temporal. En términos de construcción narrativa —aunque insisto en que no se trata de una novela—, el libro maneja tensiones y ritmos con una eficacia notable: hay montajes de escenas, retornos, motivos que maduran. Esa cualidad de “ritmo sinfónico” lo emparenta con crónicas de vida intelectual en las que el autor, aun sin proponérselo, narra. Otra virtud es la sobriedad. No hay exhibicionismo erudito; hay inteligencia. No hay adjetivación complaciente; hay una atención sobre los hechos y las palabras que hace legible la complejidad. Por eso, como crítica del libro, sostengo que su valor no depende de que el lector sea conocedor de Wilcock de antemano: las páginas construyen el contexto necesario, y cuando mencionan figuras centrales —Borges, Ocampo, Moravia, Pasolini— lo hacen para afinar la luz, no para oscurecer con referencias. En el plano de la edición, el orden propuesto por Daniel Martino cumple una función crucial: convierte un conjunto disperso de notas en un cuerpo de lectura con respiración propia. Esa mediación, lejos de restar, enriquece: la distancia editorial permite ver las líneas que atraviesan el material en bruto y el modo en que los fragmentos se corresponden. En suma, la reseña de Wilcock lo presenta como un libro que honra dos legados simultáneos: el de Bioy, con su oído para la conversación literaria, y el de Wilcock, con su mezcla de lirismo, rigor y espíritu indómito. El encuentro de esas voces produce un testimonio que, leído hoy, se siente presente, móvil, desafiante.

Conclusión y recomendación de lectura

Wilcock es, ante todo, una invitación a mirar de cerca cómo se forja una sensibilidad literaria y cómo una amistad puede convertirse en una forma de conocimiento. Su aporte no reside en un catálogo de efemérides, sino en la vibración de una conversación que abarca décadas, países y lenguas. Para quien se acerque desde el interés biográfico o ensayístico, hallará un documento riguroso que evita la caricatura; para quien busque una experiencia de lectura con ritmo narrativo, descubrirá una trama de escenas que se recuerdan por su precisión; para quien quiera contextualizar la obra de Juan Rodolfo Wilcock en relación con Bioy Casares y el entorno de Sur, el libro ofrece una guía de primera mano; para lectores del canon latinoamericano y europeo del siglo XX, es un complemento indispensable que conversa, a su modo, con volúmenes como Borges. Recomendado para quienes disfrutan de diarios, crónicas y retratos de época; para estudiosos de la traducción y del tránsito entre lenguas; para seguidores de Silvina Ocampo, Bioy y la galaxia de amistades que irradiaron; y para curiosos que desean entender cómo una vida literaria se compone de decisiones estéticas, relaciones afectivas y la persistencia de una inquietud. Sea en papel o en su eventual disponibilidad en formatos digitales, la lectura de Wilcock deja una estela de inteligencia y amistad que vale la pena seguir hasta el final.


Raquel es licenciada en Periodismo en la UCM. Desde pequeña, ha sido una ávida lectora y siempre ha disfrutado de sumergirse en mundos imaginarios a través de las páginas de un libro. Además, le encanta explorar nuevos lugares y culturas, y ha tenido la oportunidad de viajar a varios países en diferentes continentes. Actualmente, trabaja como redactora web y sigue descubriendo nuevos libros y lugares fascinantes.