Divorciado y distanciado de su familia, Taro vive solo en uno de los pocos apartamentos ocupados de su edificio, que pronto será demolido. Aunque desde la muerte de su padre se ha vuelto muy reservado, mantiene una in u su al relación con su vecina nishi, quien acabará contagiándole su pasión por la casa azul celeste que hay en su misma calle. Esta casa se convertir en un símbolo para ambos de lo que han perdido, de todo lo que les ha sido arrebatado, pero también un último vestigio de esperanza, de aquello que les puede reparar el futuro si se atreven a enfrentarse a sus fantasmas.