Desde que los libros fueron creados nadie se encuentra del todo solo y se puede tener una nueva perspectiva de un punto de vista propio y es que al leer se tiene en propia mano el pasado, presente y futuro.
Stefan Zweig fue un lector empedernido que siempre plasmó sus observaciones en las reseñas que publicaba en la prensa escrita y los prólogos de la obra de cada autor y los textos que están reunidos en este libro se convirtieron en una prueba de sagacidad, erudición y elegancia, pero además de todo son un testimonio de su amor por la literatura como invitación a un diálogo y una pasión intensa y franca que no sería tan extraño que se contagiara a sus lectores.