Álvaro Collado, el protagonista, regresa a Caracas tras diez años de destierro, en 1948, y se encuentra a sus viejos amigos y conocidos alterados por una circunstancia que más que extrañarle, le repele: el inminente golpe de Estado. Ese revuelo por agasajar al próximo dueño del país que anima a los amigos del protagonista y los tipos de turbia catadura de los que el futuro dictador se sirve para cumplir sus propósitos constituyen la galería que urde este relato, descubriendo con su trama toda la hipocresía y la avilantez de una sociedad. Con Estación de máscaras, Úslar Pietri concluyó lo que pretendía ser una trilogía -El laberinto de Fortuna- y que se convirtió en un binomio -esta novela y su predecesora: Un retrato en la geografía- sobre la convulsión social que supuso la explotación del petróleo para Venezuela.
Álvaro Collado, el protagonista, regresa a Caracas tras diez años de destierro, en 1948, y se encuentra a sus viejos amigos y conocidos alterados por una circunstancia que más que extrañarle, le repele: el inminente golpe de Estado. Ese revuelo por agasajar al próximo dueño del país que anima a los amigos del protagonista y los tipos de turbia catadura de los que el futuro dictador se sirve para cumplir sus propósitos constituyen la galería que urde este relato, descubriendo con su trama toda la hipocresía y la avilantez de una sociedad. Con Estación de máscaras, Úslar Pietri concluyó lo que pretendía ser una trilogía -El laberinto de Fortuna- y que se convirtió en un binomio -esta novela y su predecesora: Un retrato en la geografía- sobre la convulsión social que supuso la explotación del petróleo para Venezuela.