Después de la máquina de vapor y el motor de combustión interna, las tecnologías «verdes» han puesto a la humanidad en vías de una tercera revolución industrial y energética. Como las dos anteriores, se basa en un recurso primordial, una materia prima tan vital que los especialistas, los tecnoprofetas, los jefes de Estado y los estrategas militares la llaman «el petróleo del siglo XXI». Pero que los consumidores, a diferencia de lo que ocurría con el carbón y el petróleo, no conocen. En absoluto.Vanadio, germanio, platinoides, antimonio, berilio, renio, tántalo… Son algunos de los nombres que se esconden tras la materia prima en cuestión, los metales raros, que Guillaume Pitron lleva seis años investigando, y que se supone que va a llevarnos a una nueva era energética, esta vez mucho más ecológica, sostenible y mejor para todos.Sin embargo, ¿sabemos qué precio vamos a pagar por esta apuesta? ¿Quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos en el ajedrez del capitalismo verde? ¿Con qué coste para nuestras economías, para el ser humano y para el medio ambiente conseguiremos garantizar el suministro? Al querer emanciparnos de las energías fósiles, ¿acaso no nos estaremos sumiendo en una dependencia aún más fuerte y quizá peor?
Después de la máquina de vapor y el motor de combustión interna, las tecnologías «verdes» han puesto a la humanidad en vías de una tercera revolución industrial y energética. Como las dos anteriores, se basa en un recurso primordial, una materia prima tan vital que los especialistas, los tecnoprofetas, los jefes de Estado y los estrategas militares la llaman «el petróleo del siglo XXI». Pero que los consumidores, a diferencia de lo que ocurría con el carbón y el petróleo, no conocen. En absoluto.Vanadio, germanio, platinoides, antimonio, berilio, renio, tántalo… Son algunos de los nombres que se esconden tras la materia prima en cuestión, los metales raros, que Guillaume Pitron lleva seis años investigando, y que se supone que va a llevarnos a una nueva era energética, esta vez mucho más ecológica, sostenible y mejor para todos.Sin embargo, ¿sabemos qué precio vamos a pagar por esta apuesta? ¿Quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos en el ajedrez del capitalismo verde? ¿Con qué coste para nuestras economías, para el ser humano y para el medio ambiente conseguiremos garantizar el suministro? Al querer emanciparnos de las energías fósiles, ¿acaso no nos estaremos sumiendo en una dependencia aún más fuerte y quizá peor?