Cada año por la Navidad regreso a mi pueblo natal para cumplir con las tradiciones familiares que para mi padre son muy importantes y entre ellas se encuentran el hecho de vestirme de elfo para entregar los regalos de los niños del orfanato local.
Es una bella tradición, pero la barba falsa me pica y las medias de rayas me aprietan la entrepierna, sin embargo, este año lo más incómodo vendrá después porque el desastre acompañará a la Navidad y no podré escapar de él.