El tiempo es un gran sanador, puede curar cualquier herida. Es por eso que, después de un tiempo, los recuerdos parecen desvanecerse y doler menos.
¿Qué fue de Alex y Olivia? ¿De la pasión, de su amor tan atormentado?
La vida continuó, crecieron y cambiaron sus rutinas pero no sus sentimientos, esos verdaderos quedaron.
Olivia tiene veintiséis años, una licenciatura en psicología, una incipiente carrera y un novio que la ama más que a nada en el mundo.
Alex, en cambio, se convirtió en socio de un importante estudio de arquitectura. En su vida ya no hay sitio para el amor, la única evasión que se concede es una árida relación basada en el sexo, en la cual los sentimientos no son negociables.
Dos vidas muy diferentes que siguen su curso con once estados de por medio, pero luego entra en juego él…el destino, que como un hábil crupier mezclará nuevamente las cartas, de un modo tan impredecible que ninguno de los dos podrá escapar de esa partida, porque, después de todo, nunca es demasiado tarde para volver al juego.