Él es el pecado y yo soy la pecadora, pero una maldita vendetta destruiría lo que apenas estábamos construyendo, somos dos desconocidos jugando a amarse, la mafia es testigo de todo esto y somos personas peligrosas de las cuales todos deben cuidarse, somos poderosas, y respetadas y distinguidos miembros de la sociedad. El padrino es tan solo un ejemplo de lo que somos.
Yo moriría por él y mataría por él incluso renuncié a mi familia por él y la ley del silencio es lo único que me mantendrá con vida.