«Pasos sobre cristal» es un laberinto. O quizá una partida de ajedrez. Posiblemente ambas cosas. La novela se va desarrollando en tres frentes paralelos, tres líneas argumentales aparentemente inconexas que, tras un giro sorpresivo del relato, terminan entretejiéndose para componer una única historia. Las dos primeras se desarrollan en el Londres contemporáneo, y la tercera en un escenario que parece una especie de desquiciada fantasía fruto de una imposible colaboración narrativa entre Lewis Carroll y Jorge Luis Borges y que con el tiempo (y siempre que aceptemos lo que allí ocurre como real) deriva en un escenario de pura ciencia-ficción.