Es Carnaval en Cádiz y para la fiesta de inauguración del Hotel-Palacio Los Tulipanes, Beatriz Crespo y sus socias han preparado una fiesta de disfraces en la que han puesto todo su esfuerzo e ilusión. En el momento más álgido de la noche, Cameron Brodie, el simpático dueño de un pubescocés local, aparece para solicitar un presupuesto para celebrar allí el congreso anual de la Asociación Escocesa de Cazadores de Mitos Antiguos.
Ante tal encargo, que las afianzaría en el marco hostelero de la cuidad, Beatriz trata de diseñar un programa atractivo para los posibles huéspedes. Y para ello, necesitará la ayuda de Cam, que ejercerá de intermediario con la asociación escocesa.
Lo que Bea no espera es que, mientras dedica todo su esfuerzo en conseguir que el evento de la asociación de cazadores de mitos se realice en el hotel, el emisario se vuelva todavía más interesante que la tarea que tiene entre manos. Al fin y al cabo, el guapo escocés con alma de gaditano reúne todas esas cualidades que desde siempre ha considerado importantes en un hombre.
Lo que al inicio no era más que una relación comercial pronto se convierte en otra que
Bea lleva toda una vida buscando un hombre que cumpla con los «estándares Crespo»: alto, rubio, ojos azules, simpático y… highlander.