En este cuento de Navidad conocemos la historia de un niño sin madre que tenía curiosidad por saber si todo lo que se contaba sobre Belén, el cielo y las estrellas era real. El niño rogaba a Dios por una señal día tras día, durante tres años seguidos. El relato empieza con una reflexión de la madre del niño, quien creía en hadas, dragones y seres legendarios que la memoria de los hombres ha ido olvidando. No es que estuviese totalmente convencida, pero sí pensaba que podían haber existido en la época en la que el mundo aún estaba en pañales y los hombres no se habían acostumbrado a los regalos que Dios les había dado.
El cuento tiene lugar en Le Barroux, un pequeño poblado ubicado en el sur de Francia, durante la Navidad de 1985. El protagonista es un niño llamado Pierre, quien se había quedado huérfano después de que su madre muriera en un accidente de auto. A partir de entonces, Pierre se refugió en su fe y comenzó a rezar por señales divinas que le asegurasen que su madre estaba bien en el cielo y que todo lo que le había contado acerca de la felicidad eterna en el paraíso era cierto.
Durante tres años, Pierre no cesaba en su pregunta, hasta que llegó la tercera Navidad. Esa noche, el pequeño esperaba la señal que le confirmara que todo lo que creía y había aprendido era verdad. Al acabar la cena de Navidad, Pierre subió a su habitación con un pedazo de pastel y una vela, y esbozando una oración, pidió una señal para poder creer. Fue entonces cuando una luz deslumbrante iluminó su cuarto y una presencia indescriptible hizo sentir su amor al niño, que creyó por fin en todo lo que le habían contado sobre el nacimiento de Jesús y la vida eterna.
El cuento es conmovedor y perfecto para compartir en familia durante la época navideña. A través de los ojos de Pierre, los lectores pueden conectar con la esperanza y la fe que esta fecha nos inspira, y con la fuerza de la creencia en un mundo mágico en el que todo puede ser posible.