Laurie Colwin es una escritora que invita a redescubrir el placer de cocinar con alegría y sin complejos. Con sus divertidas anécdotas y recuerdos que datan de varias décadas entre fogones y libros, ofrece útiles consejos para neófitos y entendidos, y muestra cómo la cocina puede ser un medio para enriquecer nuestras vidas y para construir relaciones significativas.
Publicado en 1988, el libro de Colwin es un homenaje a los pequeños placeres de la cocina y al gozo de compartir mesa. Es un auténtico festín literario que ha conquistado a varias generaciones de lectores. En este libro, la autora nos relata sus experiencias culinarias, desde su búsqueda de las mejores recetas hasta la planificación de cenas para invitados exigentes. Además, nos enseña cómo la cocina puede ser una forma de explorar y experimentar el mundo.
A través de los relatos de Colwin, podemos apreciar cómo la gastronomía no solo se trata de nutrir nuestros cuerpos, sino que también puede nutrir nuestras almas. En sus capítulos, como “A solas con una berenjena”, “Cenas vomitivas. Mi testimonio” y “Aleta de ternera rellena. Una mala idea”, la autora nos habla con franqueza sobre sus fracasos y éxitos en la cocina. Sus historias son cercanas y honestas, como si estuviéramos hablando con nuestra mejor amiga.
Para Colwin, la cocina es una forma de vida. Es un lugar donde se puede explorar la creatividad, la aventura y la comunidad. También es un lugar donde se puede aprender a aceptar y superar los fracasos. Colwin deja en claro que no se necesita ser un chef profesional para disfrutar de la cocina. Lo único que se necesita es amor por los ingredientes, disposición para aprender y explorar, y la voluntad de compartir lo que se ha creado.
En resumen, aunque la cocina puede sentirse como un arte oscuro para algunos, la escritora Laurie Colwin nos demuestra que cocinar puede ser una actividad no solo útil, sino también satisfactoria y alegre. Su libro es una invitación a redescubrir el placer de cocinar con curiosidad, generosidad y optimismo. Y, como ella misma concluye: “No se trata de hacer todo perfecto, sino de seguir intentándolo”.