Una serie de muertes sospechosas que podrían cambiar el destino de la capital del imperio.
El cuestor Flavio Claudio tendrá que elegir entre la verdad y su propio futuro.
SEGUNDO CASO DEL CUESTOR FLAVIO CALLIDO.
61 a.c., ROMA
Consulado de Pisone y Corvino.
El joven cuestor Flavio Callido, para reponerse de las fatigas de la vida romana, se concede algún día de descanso en la villa de su padre Espurio, que había sido un importante personaje de la escena política durante la dictadura de Sila.
Cuando llega a la domus, lo que se encuentra Callido es una atmósfera muy distinta a la tranquilidad típica del campo que se esperaba. La noche anterior ha muerto Cecilia, segunda mujer de Lucio Calpurnio Bestia, uno de los ilustres invitados de Espurio junto con el excónsul Murena y con Fausta Cornelia, hija del dictador Sila. Todos los invitados creen que se trata de una muerte por causas naturales, menos Marciana, madre adoptiva de Cecilia y prima de Catón de Utica. De hecho, durante la noche Cecilia se había salvado de un atentado y había acusado a Licinia, hermana de Murena, de querer matarla para poder así casarse con el noble Bestia.
Los dos patricios están unidos por fuertes intereses comunes; en un momento en el que la conjura de Catilina ha dejado un vacío de poder, hay que parar a Pompeo y a Julio César, que están adquiriendo cada vez más poder. Y Cecilia era un obstáculo.
Será Flavio Callido quien tendrá que descubrir qué se esconde detrás de la trágica muerte de la mujer y también de la muerte de una esclava y la desaparición de un esclavo, hechos estos últimos que no parecen interesar a nadie. Pero descubrir la verdad podría ser más peligroso de lo que el mismo cuestor se pueda imaginar.