Él no era un demonio, pero su crueldad era terrible, no estaba poseído, pero aldo dentro de él le obligaba a tener pensamientos aterradores, no deseaba asesinar a nadie, pero su sed de sangre era incontrolable, él era un cazador y no podía renunciar a su trabajo.
Kieran Norwood es un vampiro y a pesar de que trata de ocultarlo día con día sabe que pronto la verdad saldrá a la luz. Su padre y sus hermanos aún no lo saben y le cuesta trabajo ocultarles su secreto, pero en la ciudad tan grande donde vive pasa desapercibido fácilmente, pero el reguero de cadáveres pronto podría dejarlo al descubierto, para colmo todo se complica cuando su padre le informa que debe compartir techo con la hija adoptada de su tío, una chica que forma parte del ejército, así que no sabe cómo podrá controlar su sed ante una chica como ella, pues la mayoría de las chicas primero tienen que satisfacerlo de maneras perturbadoras para después convertirse en su cena.