Mi madre me enseñó muchas cosas antes de partir y un día me hizo prometer tres cosas que debía seguir al pie de la letra, la uno era que siempre seguiría brillando a pesar de todo, la segunda era que debía mantener mi corazón blandito para que todos pudieran entrar y la tercera era disfrutar de un bocadillo de calamar en Madrid, sin embargo, me temo que por todo esto terminé confundiendo al amor con un juego de niños.