Durante siglos mi gente fue usada por reyes y gobernantes a su antojo. Temida por los ejércitos. Venerada por el pueblo. Durante siglos, fuimos la élite. Allí donde había una batalla decisiva, allí estábamos nosotros. Nadie podía vencernos. Nadie podía acabar con nosotros. Hasta que el rey Erik Hakonarson, nuestro rey, decidió que ya no éramos necesarios. Aquellos que en su época de gloria habrían entregado su vida por su señor, ahora la perdían traicionados por los mismos a los que antaño habían servido bien. Uno a uno, fueron cayendo, asesinados por sus propios compañeros de armas en su momento más vulnerable. Hasta que solo quedé yo. Esta es la historia del último de mi estirpe.