Si Jana Anderson hiciera un resumen de su vida, diría: hermana, amiga y fundadora de una empresa de cosmética natural. ¿Maravilloso, verdad? Pero su historia no se reduce a eso, también habría que agregar: viuda a los treinta años, con escasa vida social, eterna compañera de Sir William, su adorado gato y, el detalle más importante, a punto de perder todo gracias al maldito heredero de su difunto esposo.
Maximilian O’Kelly. Un canalla. Un hombre temerario, despiadado, dispuesto a enloquecerla en todos los sentidos posibles.
De solo nombrarlo… se le erizaba la piel.
De solo pensarlo… se le agitaba el corazón.
¿Lo odiaba?, sí, ¿prefería no haberlo conocido?, por supuesto, ¿era capaz de no caer a sus pies?, eso estaría por verse.