En “Nuestro último verano”, se nos presenta una escena intrigante en la que una mujer, apodada “gran belleza”, lidera una operación clandestina dentro de una guarida. Un hombre de negro la sigue hasta el lugar, reconociendo su capacidad para atraer a la gente hacia ella y emocionado por los próximos movimientos. Sin embargo, ella le advierte que no lastime a nadie y que trabajen juntos, ya que son jóvenes. Él parece estar bajo su hechizo y acepta estos términos con una sonrisa arrogante y una referencia ominosa a sus experimentos con prisioneros en el pasado.
Mientras la mujer se dirige a la sala de operaciones, el hombre de negro detrás de ella murmura que no puede olvidarla. Sin embargo, ella se da cuenta de que no está sola en la habitación cuando lo persigue y ve que el hombre de negro está mirándola como si estuviera mirando a un muerto.
En el interior de la guarida, un enorme cristal transparente de un solo lado permite que la gente vea lo que está sucediendo en la habitación. Esta escena deja al lector con muchas preguntas sin respuesta, como por qué la mujer lidera esta operación y cuál es el propósito detrás de los experimentos del hombre de negro. Pero es probable que la trama se desarrolle a lo largo de la narración, noche tras noche, en “Nuestro último verano”.