Friedrich “Fritz” Mandl heredó la fábrica de armas de su padre a los 19 años y en tan solo una década se convirtió en uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. Durante los años 30, contaba con clientes como Mussolini, Hitler y Franco, y era amigo de figuras como Hemingway, Truman Capote y Eva Perón. Pero su vida cambió por completo cuando vio por primera vez la película Éxtasis, protagonizada por la joven actriz Hedwig Kiesler.
Hedy era una mujer superdotada, estudiante de ingeniería y teatro, con una vida llena de amantes. Tras su papel en Éxtasis, se casó con Fritz y vivió una pasión desenfrenada. Sin embargo, la relación se volvió peligrosa debido a los celos y la infidelidad de Fritz, que encerró a Hedy en su castillo en Salzburgo. Finalmente, logró escapar y viajó a Estados Unidos, donde conoció a Louis B. Meyer, presidente de la Metro Goldwyn Meyer, y se convirtió en Hedy Lamarr, una de las actrices más famosas de Hollywood.
Pero Hedy no era solo belleza y glamour. A lo largo de su carrera, también estudió ingeniería y se dedicó a inventar y patentar un sistema de comunicaciones para teleguiar torpedos y asegurar los contactos entre los aliados durante la guerra. Esta tecnología sentó las bases del Wi-Fi, el Bluetooth, el GPS y los teléfonos móviles que utilizamos hoy en día.
La historia de Hedy Lamarr transcurre en un contexto de guerra en Europa, Estados Unidos y Argentina. Una mujer inteligente y trabajadora que luchó por abrirse camino en un mundo dominado por hombres y que dejó un legado fundamental en la tecnología del siglo XX.