Anna y Kyle llevan siete años casados, y están pasando el fin de semana en una cabaña, en medio de la nieve, al pie de una estación de esquí. Es de noche, hay una tormenta de nieve y cuando se corta la corriente eléctrica tienen que conformarse con la luz de la chimenea y de las velas. Pero nada de eso importa: lo único que les importa es recuperar la pasión que tenían al principio de su matrimonio. La chispa que han perdido.
Es lo que habían planeado: un fin de semana solos, en un entorno romántico y ahora, gracias a la tormenta, prácticamente aislados. ¿Qué más podían pedir?
Pero no estaba funcionando. El fin de semana estaba siendo un desastre.