A veces un caballero de Javier Marías

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El presente volumen reúne los artículos publicados en el suplemento dominical El Semanal entre el 29 de noviembre de 1998 y el 11 de febrero de 2001. Se corresponden con ciento cuatro domingos (o dos años de tarea), aunque no... Leer más

libro gratis A veces un caballero
El presente volumen reúne los artículos publicados en el suplemento dominical El Semanal entre el 29 de noviembre de 1998 y el 11 de febrero de 2001. Se corresponden con ciento cuatro domingos (o dos años de tarea), aunque no enteramente consecutivos, ya que en el verano de 1999 me ausenté durante doce semanas.

Mis primeros dos años de colaboración con ese suplemento fueron recogidos en mi libro Mano de sombra (Alfaguara, 1997), y los segundos dos en Seré amado cuando falte (Alfaguara, 1999). Mi presencia casi continua a lo largo de seis meses me ha traído sin duda una familiaridad y una confianza, tanto con mis lectores como con los demás articulistas de esa publicación (sobre todo con Arturo Pérez-Reverte, que ya estaba en ella cuando yo aterricé), que espero que sepan disculparme quienes puedan comprar y leer ahora este libro y no hayan asistido, naturalmente, al proceso desarrollado semana tras semana a lo largo de tanto tiempo; pues en estos textos son frecuentes las alusiones y bromas a mi más próximo vecino de página, el mencionado Pérez-Reverte, así como a Marina Mayoral y Ángeles Caso, que no aduvieron lejos durante un periodo muy prolongado. Quizá no esté de más señalar que, a partir de un domingo determinado, nuestras respectivas secciones, que habían carecido de título, pasaron a llamarse Patente de Corso —la de Pérez-Reverte— y Reino de Redonda —la mía.

Respecto al título elegido para esta recopilación, A veces un caballero debo decir que lo he tomado prestado del de un artículo concreto. También me tentó el de otro, «Lo que puede callarse», que tal vez habría sido más apropiado como definición del conjunto, o así sin duda se lo habría parecido a algunos. Y aunque A veces un caballero sea la primera parte de un lema que aparece completo en el susodicho artículo del mismo título, no tengo aquí inconveniente en cerrarlo —en lo que se refiere al volumen— de muy distinta manera, ni en reconocer, por tanto, que a la vista de la suma de textos no sería nada inadecuado ni injusto que su segunda parte fuera Y a veces un rufián o cualquier otra palabra de la misma gama que el lector tenga a bien elegir. Porque no es posible, desde luego, comportarse como un caballero durante seis años seguidos, ni tan siquiera como lo contario.

En el preámbulo a Mano de sombra me despedí diciendo que al releer todas las piezas seguidas había tenido la impresión de haber opinado demasiado. A eso añadí, en la Nota Previa a Seré amado cuando falte, que no sabía cómo consentía nadie, tras tanto tiempo y otros ciento cuatro artículos más, que le siguiera reventando los domingos. Ahora, dos años y otros ciento cuatro textos más tarde, la verdad es que más vale que me calle y disimule, aunque no sé si me lo permitirá el rubor.

J MMarzo de 2001


Raquel es licenciada en Periodismo en la UCM. Desde pequeña, ha sido una ávida lectora y siempre ha disfrutado de sumergirse en mundos imaginarios a través de las páginas de un libro. Además, le encanta explorar nuevos lugares y culturas, y ha tenido la oportunidad de viajar a varios países en diferentes continentes. Actualmente, trabaja como redactora web y sigue descubriendo nuevos libros y lugares fascinantes.