Mi primera reacción ante la invitación a hablar sobre psicoanálisis y fe fue de vacilación. Relacionar ambos términos, así como los campos que éstos designan, parecería implicar su conciliación o su oposición, mientras que, por el contrario, la validez epistemológica y la eficacia práctica del psicoanálisis dependen de la afirmación de su autonomía. ¿Pero la función del analista no es acaso la de escuchar todas las demandas, no para responderlas -es cierto- pero sí para desplazarlas, esclarecerlas, disolverlas? Toda demanda, aun la intelectual, expresa un sufrimiento. Tal vez en el tema a tratar esté en juego el sufrimiento tanto del discurso religioso como del racionalismo, y posiblemente también alguna inquietud o angustia de índole personal. Tratemos simplemente de acogerlos y de abrir nuestra escucha a otro sentido posible.
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