Para arruinar la vida de una chica basta con emborracharla, llevarla a la cama y marcharse al otro día para olvidarlo todo. Para arruinar la vida de un chico las cosas también son sencillas y sólo es cuestión de descubrir que estás embarazada y marcharte sin contarle que será padre.
Para arreglar el problema de dos chicos basta ser la madre de un chico imprudente que embarazó a una chica de diferente clase y ofrecer el suficiente dinero para que desaparezca con su hija y viva cómodamente lejos de él.
El tiempo lo arregla todo y eso van a comprobar todos cuando él se reencuentre con Astrid y conozca a la hermosa niña que se aferra a su pierna y a pesar de la ternura que ella causa en el ahora doctor Wes, él no imagina que ella es su hija y Astrid se siente en una encrucijada considerando que prometió no contarle nunca la verdad.