El dos de noviembre de mil novecientos setenta y dos, 3 jóvenes activistas del Colectivo Hoz y Martillo entraron en el consulado francés de Zaragoza para efectuar una sonada queja contra el país vecino, por su apoyo a la dictadura franquista. No deseaban matarle, mas Roger Tur, de sesenta y ocho años, murió 5 días después, como consecuencia de las graves quemaduras sufridas en el ataque. Admirado por su tarea diplomática y su integración en la sociedad zaragocí, Tur escondía una actividad sorprendente: fue espía de los aliados en esa Zaragoza de los años cuarenta que cobijó a abundantes nazis.