Un cadáver. Un asesino. No confeso, pero cierto. La justicia, víctima de sus propias leyes, no puede evitar dejarlo escapar. Aunque otro tipo de justicia es posible, piensa quien decide renunciar a sus convicciones para impedir que se consume un gran error, pese a que ello le suponga enfangarse con lo más abyecto de la sociedad. No buscaba venganza, sólo reparación y sosiego. Pero descubrió demasiado tarde que existen caminos que no admiten retorno. Una novela carcelaria donde todo es lo que parece. Salvo la verdad.