Cuando Alberto le pide a Marta un tiempo y se va de casa, ella no sospecha que pretende permanecer en un angustioso silencio, como tampoco se imagina que va a dejar a Flipy atrás, su travieso hurón. Marta se refugia en su tienda de labores, donde imparte talleres de trapillo a un divertido grupo de clientas, pero ni eso ni el nacimiento de los esperados bebés de su amiga Clara consiguen aliviar su desamor. Sin embargo, la vida te da lo que necesitas cuando menos lo esperas, y gracias a Flipy la suya está a punto de cambiar. Néstor, el simpático y macizo rubio que corre todas las noches en el parque, se cruza con ella para hacerla vivir en una nube. Podría ser cosa del destino porque llega justo en el momento que Marta necesita un poco de emoción. Pero también podría ser un aviso, porque igual que no hay mal que cien años dure, tampoco lo hace la felicidad completa.
Cuando Alberto le pide a Marta un tiempo y se va de casa, ella no sospecha que pretende permanecer en un angustioso silencio, como tampoco se imagina que va a dejar a Flipy atrás, su travieso hurón. Marta se refugia en su tienda de labores, donde imparte talleres de trapillo a un divertido grupo de clientas, pero ni eso ni el nacimiento de los esperados bebés de su amiga Clara consiguen aliviar su desamor. Sin embargo, la vida te da lo que necesitas cuando menos lo esperas, y gracias a Flipy la suya está a punto de cambiar. Néstor, el simpático y macizo rubio que corre todas las noches en el parque, se cruza con ella para hacerla vivir en una nube. Podría ser cosa del destino porque llega justo en el momento que Marta necesita un poco de emoción. Pero también podría ser un aviso, porque igual que no hay mal que cien años dure, tampoco lo hace la felicidad completa.