Valentina lleva puesto el vestido blanco y esponjoso que siempre soñó, así como sus zapatos azules brillantes y camina emocionada hacia el altar donde la espera Pablo, la música romántica de fondo es acompañada por los suspiros de los invitados, pero de pronto todo se termina porque ella despierta y sí, esto es solamente un sueño más de Valentina porque Pablo ya no la ama y es Adela quien muy pronto va a caminar de su brazo al altar y Valentina tendrá que asistir a la boda como invitada.
Para colmo Valentina juró que llevaría como acompañante al amor de su vida, un hombre maravilloso que por supuesto tampoco existe y no sabe cómo hacer para conseguir a alguien para la fecha porque ella está sola, triste y sin posibilidades de que alguien se enamore de ella.