Samuel está sangrando en la parte trasera de un coche patrulla. Los dos policías han hablado entre sí y el adolescente conoce su destino: el matadero. Nunca debió haber dejado atrás Valdeaceras, un barrio marginal del extrarradio de Madrid sacudido por las drogas en los años 90, pero durante los primeros días del siglo XXI pasó a vivir en Villarrosa, un pueblo de clase alta en la sierra madrileña. El entusiasmo y la ilusión por prosperar de su familia contrastaron con el hastío de Samuel, que se vio sumergido en una serie de problemas gracias a la superficialidad y clasismo de sus nuevos vecinos. Ahora tiene a dos carrozas uniformados moliéndole a patadas y a porrazos, le han partido una mano, han fingido encontrar droga en su mochila, y lo único que desea es quedarse inconsciente…