Samantha no tenía una familia idílica. El divorcio de sus padres diez años atrás había abierto una brecha entre todos casi imposible de superar. Demasiados reproches y recuerdos dolorosos. Por eso cuando le dijeron que sus padres estaban juntos de nuevo no se lo podía creer. Ellos habían roto lo que tenían. Por su culpa había perdido lo que más quería, ¿y decidían retomar la relación? Con ella que no contaran.
Pero cuando su hermano adoptivo se empeñó en verla no pudo evitar que esos sentimientos encerrados durante tanto tiempo arrasaran su vida.